Si en
algo se ha reconocido en esta película, es la originalidad de su historia, el
nivel de realidad que se alcanza es muy bueno. La dirección de arte apuntada
detalladamente en cada elemento del cuadro visual, una simpleza, una intimidad
que revela realismo. Acompañado esto, además por una música significativa,
trepidante e intempestiva. Donde el vocalista es Ramiro menezes, quien hace de
Rodrigo, un joven punkero que desea ser baterista, y que mantiene deambulando
en esas comunas de Medellín de finales de los 80.
En toda
la película se percibe un desamparo, una desesperanza, la muerte de toda
creencia en un futuro. Precisamente esta idea, que arriba a las ciudades latinoamericanas proveniente
de las vanguardias musicales en europa y en estados unidos. Me refiero al punk,
al hardcore, al rock and roll. La música que escucha Rodrigo es sex pistols,
the ramones, the addicts. Esta ideología punkera identifica plenamente a la
película y a toda la fanaticada que la historia ha construido desde su
aparición, la ideología del “no futuro”.
La vida
de estos personajes es acechada por la violencia, por el desamparo. Rodrigo
tiene una apatía intrínseca que se apodera de el, de la cual trata de escapar
golpeando una realidad intangible, que lo evade, que se le escapa entre sus
dedos y sus baquetas. En su frustrado dueño de ser baterista, sueño frustrado
por el mismo. Hermosa película, grandiosa, tienen que verla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario