El
primero de marzo del 2008, oriundo de la
plata Huila, muere Raúl reyes en santa
rosa de yanamaru, zona fronteriza en ecuador. Las noticias se ufanaban
periodísticamente mostrando el cuerpo sangriento y desmembrado de uno de los
cabecillas más importantes de las farc. Las imágenes eran secas, llenas de frio
y de silencio. Costaba creer que en derredor a este asesinato el gobierno nos
pidiera felicidad y congratulaciones. El ejército habría de ser posicionado
como máximo héroe de un asesinato, y los colombianos debíamos estar agradecidos
ante tal Azaña.
Las
noticas se extendían con el paso de los días repitiendo una y otra vez el logro
de nuestras fuerzas colombianas, era increíble ver como los medios acentuaban
una y otra vez en el mismo hecho, mostrando de manera recalcitrante sin ninguna
responsabilidad el cadáver de Raúl reyes. Cual si los medios trataran de hacer
una estilo de propaganda para que el colombiano común se identificara con la
muerte. Como si fuera una apología en contra de esa guerra que se mantiene hace
ya más de sesenta años.
Poco a
poco la notica dejo de estar en primera plana, salvo por algunas ocasiones,
incluso decían que se habían robado el cadáver de medicina legal, pero lo
importante y lo que quiero reflexionar aquí, es la responsabilidad de los
medios al mostrar una y otra vez el cadáver de Raúl reyes. Acaso no se debe reflexionar un poco sobre el
amarillismo.
Acompañado
de este amarillismo repetitivo, nos mostraban imágenes del ejército nacional,
como si ellos fueran los héroes, encaminado todo hacer un discurso de quien es
el bueno y el malo, y en donde debemos estar, de que bando. Sin importar, como
se llegue a conseguir las cosas, porque no podemos olvidar que Raúl reyes fue
bombardeado en territorio ajeno, y violando la soberanía de un país vecino, sin
ningún tipo de respeto, un crimen atroz,
al fin y al cabo, pues esa persona, por mas mala, era un ser humano.
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