jueves, 6 de junio de 2013

El Debate, El Conflicto y La Coquetería.

Es posible que no encontremos el meollo del asunto, las cortinas de humo se pueden posar en nuestros ojos con la muerte de cualquier estrella. No falta si no que  se muera Michael Jackson para olvidar que la gente en nuestros barrios se está matando. Mientras esto sucede, yo no sé si es mi impresión, pero la gente habla y habla, como si el silencio les perturbara.  El silencio les pesa como un costal de hierro, ni pueden concebirlo, porque incomoda como la muerte cuando no se la quiere invitar.



Ese silencio que pesa y que es molesto, y que obtiene luego de una espera exhausta que destruye la más mínima esperanza. Ese silencio que se cierne cuando has intentado machas veces con la misma chica pero ya ella no te para bolas, el silencio incomodo, el silencio del olvido, el silencio revelador, el silencio del fracaso, el silencio de la muerte. ¿Cuántos tipos de silencios hay, en un país que le gusta tanto olvidar?

Giles deleuze decía que un debate es siempre una coquetería, una disputa de pretendientes, un flirteo de presumidos, para ver quien tenía la razón.  Esa debate, es esa cortina de humo, el debate bueno  y la supuesta crítica que contribuye a las mejoras ha caído en desuso. El silencio nos predomina, el silencio es el paradigma, el silencio de las clases a las que asisto, el miedo a participar, ya nadie quiere expresar o decir que realmente piensa. Es quizá lo que necesitemos.


Pero no ese debate pobre, y estúpido que se ufana de dar un discurso demagógico y fanático, no esa clase de crítica que es más bien politiquera e ineficiente. Que busca conseguir no más que adeptos a una ideología en busca de poder.

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