Acaso en
la tv, persigamos un horizonte que de verdad nos refleje. No me identifico para
nada con novelas y magazines de 3 de la tarde. No me reflejan ni a mí, ni a mis
amigos; y creo desesperanzadamente que estos contenidos no cambiaran, por lo
menos no en un tiempo próximo. Es como si el mercado y la cultura no trataran
de apostarle a nuevas formas de narrar, de mostrar nuestro país.
El cine,
por otro lado, siempre está buscando esas historias únicas, que nos muestren
como país, como lo que somos. Es gratificante encontrarnos con esas historias
cinematográficas que nos muestras las historias que todos hemos vivido en algún
momento. Como las aventuras en el colegio, o las historias de barrio, cercanas,
de personajes que no son bonitos y marcados por esa facha de entretenimiento
tonto que se postula como paradigma.
Es
extraño entonces ver una tv llena de cumbia, de negros, de indios, de sabor
chocoano o caribeño, de original historia de barrio bogotana, o de comuna, de
loma truchera y trabajador cansado. Es difícil observar las historias más
hermosas a la vuelta de la esquina, esta cotidianidad rica en acciones y de
puestas en escena. Esto es difícil verlo en la tv, pero en el cine es posible
contarlo, es posible soñarlo, sobre todo por eso, porque el cine está hecho de
sueños.
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